El Río Seco resultó ser caudaloso y rodeado de un bello paisaje agreste. Ni bien llegamos nos ubicamos dejando nuestras pertenencias en la arena mientras Tom y Bill preparaban los accesorios de pesca.
No se veían muy diestros ni experientes, al contrario, observaban cada adminículo como si lo vieran por primera vez, aunque Tom alardeaba a cada rato sobre las especies marinas que había logrado pescar a lo largo de su vida. Francamente, no le creíamos nada y luego de treinta minutos a duras penas pescó una mojarrita. Se sintió tan orgulloso y feliz con semejante pesca que se fueron por la borda todos sus cuentos e historias
Más allá de los intentos de pesca y de que nos divertía estar juntos, algo nos estaba llamando la atención hacía un rato: Un hombre de bigotes, nos observaba con disimulo, semi oculto detrás de un arbusto. En seguida lo reconocí, como al hombre que vi en el supermercado, cosa que no sería del todo extraña, ya que lo escuchamos comentar que iría a pescar allí, sin embargo su actitud era bien rara. A Tom se le ocurrió que podía ser un espía.
El tipo nos rondaba y nos observaba vigilante, pero no por ello dejamos de divertirnos.
Continuará...