" Un personaje recibe una señal en un reloj sofisticado, accede a una habitación oculta, con computadoras sofisticadas. Computadoras con las que se prepara para una misión secreta. En la habitación hay un gato"
Después de su última aventura, Hannes continuó su recorrido rumbo a casa de su abuelita para llevarle una lata de galletitas danesas.
Ni bien llegó, su abuelita Gertrudis lo abrazó efusivamente, emocionada por verlo. Su abuela era una anciana de cabellos blancos recogidos en un moño. Usaba gafas con mucho aumento porque tenía muy poca visión. Vestía una falda larga y sobre un suéter apolillado llevaba un viejo chal. Como tenía dificultad para caminar se apoyaba sobre un rústico bastón de madera. Aquella ancianita tenia todo el aspecto de una delicada y débil mujer, tierna y sensible.
- ¡Qué suerte que viniste mi nietito lindo! Justo estaba ordenando la alacena y me sería de mucha ayuda si me bajaras estas cajas con herramientas al sótano.
Hannes, muy bien dispuesto, le dijo:
- Claro que sí, abuelita.
Y allá fue cargando las pesadas cajas. En eso unas campanadas lo alertaron, miró de dónde provenía el sonido y vio con sorpresa el sofisticado reloj que colgaba de la pared del living de su abuela, parecía una maquinaria provenida del futuro que además de dar las "Five o'clock", una voz metalizada decía:
- Gertrudis, es la hora de tomar el té y la pastillita para la memoria.
Hannes miró de reojo a su abuela, no la imaginaba adepta a tales tecnologías, pero siguió en lo suyo y bajó las escaleras rumbo al sótano. Allí todo estaba oscuro, pero al bajar el último escalón unos poderosos focos automáticos lo cegaron. Trastabilló, por lo que se apuró a dejar las cajas en el suelo. Con curiosidad recorrió el recinto, una serie de sofisticadas máquinas computarizadas lo sorprendieron. ¿Qué era todo eso? Obsesionado con las misiones secretas, Hannes asumió que averiguar en qué andaba su abuela y para qué tenía todos esos aparatejos, era ahora su misión.
En puntitas de pie se acercó a una de las máquinas, cuando de pronto escuchó:
- Miau
Al mismo tiempo, su abuela llamaba desde arriba:
- ¡Cat Clarck Clac! ¿Estás ahí?
A Hannes apenas de dio tiempo de ver al gato, que se abalanzó sobre él, empujándolo sobre la máquina más aparatosa y en menos de un chistido aquella comenzó a emitir luces, sonidos, movimiento y humo. Hannes subió corriendo como felino en busca de su abuela. Ella al verlo, con cara de sorpresa le dijo:
- Hannes, ¡Que orejas tan puntiagudas que tienes! - a lo que él no pudo responder.
- Hannes, ¡Que cola tan peluda que tienes! - a lo que menos aún supo que responder.
- Hannes, ¡Que bigotes tan largos que tienes!- a lo que el sí respondió:
- Miau - mientras se lamía la manito.
Desde aquel día la abuelita Gertrudis pensó que era hora de abandonar su afición por la "Ingenieria electrotransmutacional sofisticada" y dedicarse al tejido de manoplas y bufandas.
Esa tarde, cuando Hannes despertó de su siesta, no sabía bien si lo vivido había sido parte de un sueño o de la realidad, y más confundido se sintió cuando su abuela Gertrudis se sirvió un té con galletitas danesas y a él un tazón de leche...
Imagen realizada por Gaby |
14 Locuras:
No lo había pensado. Puede funcionar para Hannes. Y siendo como es, su abuela no podía ser una abuela común.
Buenos días, Loquita:
¡Un relato enloquecedor este del gatuno Hannes y su sofisticada abuelita!
Desbordas imaginación, regalas tu ingenio y desarrollas una historia tan ágil como divertida.
Llego a leerte desde el blog de El Demiurgo; desde luego me he convertido en uno de tus lectores chiflados.
Un abrazo, Loquita.
Muy bueno. Es todo el relato muy loco. Tienes mucha imaginación.
Me gustó mucho. A veces las abuelitas nos sorprenden, y ésta vaya que si lo hizo, era de lo más moderna.
Un abrazo
¡Vaya abuela rarita!
le has echado mucha imaginación y terror a esa balada al sótano
Una mezcla original de Caperucita roja con un animé de gatos y alta tecnología jajaj.
Muy bueno!
=)
Es buenisimo con un final totalmente imprevisible. Me ha encantado, y da miedo.
Me ha gustado imaginarlo .
Muchos besos
Y Hannes sigue tomando relevancia en tus relatos, cosa que celebro, porque sus anécdotas y extrañas misiones me divierten mucho. Esta en particular, no tiene desperdicio. El contraste del aspecto de su abuela, con toda la parafernalia tecnológica que tiene en el sótano, es asombroso! Jajaja! Toda una trama al mejor estilo de Caperucita Roja, pero en versión Loquita Diplomada... aunque todo podría haber sido un sueño, no??
Besos, y me gustó volver a leerte!
Má*
Seguramente a Caperucita le hubiera gustado mas tener una abuelita como ésta. ¡muy divertida tu historia!!
Qué bueno! Genial! Me ha encantado ese guiño que has hecho al cuento de Caperucita Roja convirtiendo a Hannes en un minino. Vaya con la abuelita, ja ja ja que calladitas se tenía sus aficciones.
Me alegra leerte de nuevo Jime!
Besos
Bueno quizás por eso, por la imaginación que derrochas.
Un beso.
Esta versión cibernética del cuento de Caperucita es magnífica. Ocurrente y divertida historia, igual que como te imagino. Le has sacado brillo a la propuesta de nuestro amigo Demiurgo.
Un abrazo.
El gatito no termina de situarse, y no es de extrañas con un dueña tan particular. Derroche de imaginación y de frecura.
Un abrazo.
Jajaja, muy bueno, inesperadas vueltas en este relato. Es de los que no te dejan quedarte cómodo en un lugar.
Besos
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