¿Hasta donde llega la imaginación de una fan ilusionada?

ڵїm€ y Ҝᾷѓΐ leyeron en una revista que sus ídolos musicales estarían pronto de gira por Sudamérica.
Brincaron, saltaron, se abrazaron, gritaron (la emoción era muy grande) y rezaron porque este pequeño país estuviera incluido en la gira.

El Barba se compadeció de ellas e hizo el milagro.
Los anuncios salieron por TV, radio, Internet, prensa escrita, por todos lados.
Tokio Hotel tocaría en Uruguay.

Llegada la fecha, las fanáticas irremediables se aprontaron para el evento lookeadas súper guau, fueron a ver si encontraban bondi para ir.
En principio lo que encontraron fue un terrible chaparrón con pingüinos cayendo de punta sobre sus cabezas a lo que se le agregó una ventolera del Sur.
Para colmo de los males el ómnibus venía atestado de gente, se subieron igual, apretadas como sardina en lata, mojadas hasta la médula se pasaron como tres paradas, pero igual llegaron a destino.
Siempre soñaron verlos lo más cerca posible, treparse al escenario, abrazarlos, besarlos y estrujarlos bien (hay que aprovechar estas oportunidades, son únicas); sin embargo cuando llegaron ya había un tal gentío que alcanzar el lugar deseado, era una odisea.
Tuvieron que conformarse con verlos de lejos.
Al ritmo de los primeros temas los espectadores se movían como oleaje embravecido (era cualquiera) si querías ir adelante, te llevaban para la derecha, si querías ir para la derecha, te llevaban para adelante y en medio de la marea ڵїm€ perdió a Ҝᾷѓΐ de vista. Entre gritos y euforia el espectáculo terminó, en el preciso momento que encontraron el lugar perfecto para quedarse. ¡Qué desilusión!

Lookeadas como estropajo, súper desanimadas y con lágrimas en los ojos comenzaron a caminar rumbo a casa. En eso un ¡Bip, bip! Estridente les dio la alerta de que cruzaban la calle imprudentemente, ڵїm€ se dio un resbalón y Ҝᾂѓΐ la tironeo del brazo, el vehículo se detuvo y el conductor bajó para preguntar si estaban bien…
Sin embargo la preocupación de las chicas no era tanto la del incidente en si… si no… que se trataba del micro que… ¡Transportaba a los chicos de la banda!

El resto de esta historia fueron besos, autógrafos, fotografías y un sueño cumplido.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y yo como fan ilusionada mantengo la esperanza de que esto se haga realidad.